Borja, una mojada de oreja :: Olé

Boca viene jugando con dos 9 de área; incluso en partidos en que arranca con uno, en algún momento apela a ese recurso, en especial cuando lo esperan muy cerrados y el juego no fluye: tirársela a los goleadores para que resuelvan. Y han resuelto unos cuantos partidos.

Ahora tiene tres, aunque es impredecible si la condición física de Edi Cavani permitirá contar con él con la continuidad deseable, y Milton Giménez es el menos dúctil de todos; si no convierte, su aporte es nulo. No parecía que fuera a ser una prioridad en el mercado ir a buscar a otro “animal de área”. Pero, reza el dicho, a la ocasión la pintan calva.

Descartado por River después de una muy mala temporada, Miguel Borja salió a ponerse en vidriera abriéndose él mismo una puerta para escuchar una oferta de Boca, que en ese momento no existía.

Ahora se sabe que lo llamarán: queda con el pase libre, quiere jugar la Copa y andará con ganas de revancha. No puede esquivarse la pregunta de si Boca habría salido igual a buscarlo si no viniera de River: cuánto tiene este posible pase de necesidad básica para su plantel y cuánto de morbo y mojada de oreja al rival clásico, acaso no se sabrá nunca, se concrete o no la negociación.

Incluso referentes de Boca como Martín Palermo y el Beto Márcico se suman con entusiasmo a la movida.

Entre los aislados casos de salida directa de un equipo al otro han quedado adhesiones impensadas y heridas definitivas; cuando Boca no tenía DT y Ricardo Gareca estaba suelto, no lo podían ir a buscar porque la gente armaba una revolución. El Flaco cruzó unos meses de vereda en 1985 y jamás se lo perdonaron.

Por su lado, la gente de River, que lo reprochó y lo abucheó especialmente en medio de la ciénaga que fue su 2025, también quedará a la expectativa de si rinde como en el ciclo Demichelis (ayer nomás, no hace diez años) o si se seguirá pareciendo al de esta última etapa en la que Gallardo no pudo hacerlo jugar bien.